El ático contaba con una distribución fragmentada que limitaba la entrada de luz natural y no sacaba partido a las vistas del puerto. Los espacios estaban divididos, lo que generaba una sensación de menor amplitud y fluidez. Además, los acabados y materiales mostraban signos de desgaste y necesitaban una renovación para modernizar el ambiente.
Tras la reforma, el ático se transformó en un espacio abierto, moderno y acogedor. Se utilizaron materiales de primera calidad y una paleta de colores suaves para potenciar la luminosidad y la calidez. Además, se implementaron mejoras en eficiencia energética, asegurando un hogar confortable y sostenible en cualquier época del año.
